Recientemente en el estado de Washington, en de la costa oeste de Estados Unidos, fue aprobado el proyecto de ley sb5001 80-16 para legalizar la conversión de restos humanos en tierra compostada, para jardines y cultivos.
Cada religión y cultura tiene su forma
de dar el ultimo adiós a sus difuntos; en mortaja, cremación, en
ataúd; pero y los que creemos profundamente en que la “vida” no
se termina con la muerte del cuerpo... y los que nuestra religión es
la Naturaleza...
personalmente me gustaría alimentar con mis restos
aquello que me ha estado alimentando mientras he estado haciendo la
experiencia de vida, y no aumentar mi huella ecológica gastando
combustible fósil para cremarme, con un ataúd, un nicho o un espacio
cementado que podría ser un parque o tierra de cultivo; dar flores y
frutos después de ese cambio de fase.
Te ganarás el pan con el sudor de tu
frente, hasta que vuelvas a la misma tierra con la cual fuiste
formado, pues tierra eres y en tierra te convertirás. --Génesis
3:19--
Ahora, los restos humanos puede ser la
base de un jardín a las puertas de una casa, o pueden servir para
alimentar las raíces de los árboles.
La idea, aprobada el pasado jueves 25
de Abril de 2019 por el Congreso local de Washington, está a la
espera de la firma del gobernador, Jay Inslee, para un visto bueno
final.
Así, el estado busca convertir el
compostaje en una alternativa al entierro o la cremación mediante un
proceso que dura 30 días y por el cual el cadáver se convierte en
un abono natural y seguro.
La iniciativa de ley, aunque ha
florecido únicamente en el estado de Washington, tiene cada vez más
adeptos en Estados Unidos y en Europa, como una forma legal de
aportar al medio ambiente después de la muerte, pues en muchos
países está prohibido depositar restos humanos fuera de cementerios
o sitios de entierro autorizados.
Un entierro ecológico
Las prácticas actuales son en parte
convenciones históricas y en parte mandato de la industria
funeraria, que mueve 1.600 millones de euros al año solo en España,
conformada por unas 1.700 empresas, según datos facilitados por la
Asociación Nacional de Servicios Funerarios (Panasef). Con unas
400.000 defunciones al año en España, hay buen mercado. Cada
año, 2,7 millones de personas mueren en los Estados Unidos (hagan
cuentas), y la mayoría están enterradas en un cementerio
convencional o incineradas, emitiendo dióxido de carbono y
partículas a la atmósfera. Estas prácticas consumen tierras
urbanas valiosas, contaminan el aire y el suelo y contribuyen al
cambio climático.
La cremación gana peso
En un futuro, quizás cada 1 de
noviembre no vaya tanta gente a los cementerios. La cremación va
ganando terreno al entierro en los últimos años: hoy en España el
35% de los fallecidos son incinerados y en entornos de ciudad llega a
alcanzar cuotas del 49%, mientras que en zona rural cae al 17% ya que
la tradición pesa mucho más. En los próximos diez años se espera
que la cifra nacional trepe hasta el 50-60%. En este sentido, España
es el país europeo con más crematorios, apunta Panasef. Suman 358
repartidos por todo el territorio, con Andalucía (88), Catalunya
(48) y la Comunitat Valenciana (33) a la cabeza.
El antropólogo forense Daniel Wescott
explica que el cuerpo humano toma meses degradarse en la tierra,
además de que depende de la calidad del suelo. En un ambiente seco,
el cuerpo se puede momificar; mientras que en zonas más húmedas, el
rostro se puede degradar en pocas semanas.
"Si tienes una buena cantidad de
actividad de bacterias, en un mes el cuerpo humano ya debería estar
degradado en la tierra”, dijo Wescott a la BBC.
Sin embargo, la degradación orgánica
del cuerpo es cada vez menos común: más de la mitad de los cuerpos
de fallecidos estadounidenses fueron cremados en 2016, mientras que
los que son enterrados van dentro de ataúdes de madera y metal, lo
que ralentiza su degradación.
Al convertir los restos humanos en
tierra, minimizamos los desechos, evitamos la contaminación del agua
subterránea con líquido de embalsamamiento y evitamos las emisiones
de CO2 provenientes de la cremación y de la fabricación de ataúdes,
lápidas y revestimientos.
Al permitir que los procesos orgánicos
transformen nuestros cuerpos y los de nuestros seres queridos en una
enmienda útil del suelo, ayudamos a fortalecer nuestra relación con
los ciclos naturales mientras enriquecemos la tierra.
"La naturaleza sabe transformar nuestros
cuerpos en tierra. En abono”, dijo a la BBC Nina Schoen, una de las
promotoras de la idea de convertir el cuerpo humano en compost.
“Lo que es más importante, al menos
para mí, es que mi cuerpo sea capaz de devolverle a la Tierra lo que
ella hizo por mí cuando yo estaba viva y, a través de ese proceso,
crear nuevas fuentes de vida”, agregó.
Para comenzar a hacer del compostaje
humano una realidad, una mujer estadounidense llamada Katrina Spade
fundó una empresa llamada Recompose, la cual tiene sede en la ciudad
de Seattle, en Washington. (https://www.recompose.life/faq)
Ella es quien señala que puede
convertir el cuerpo humano en abono en tan solo 30 días, al acelerar
el proceso natural de descomposición agregando una mezcla de
astillas de madera y otros ingredientes biodegradables en
temperaturas cercanas a los 50 grados.
Esto hace que microbios y bacterias
termofílicas aceleren su trabajo y ayuden a causar una
descomposición más eficiente y rápida, además de realizar un
proceso de desinfección de bacterias causantes de enfermedades por
las altas temperaturas.
El resultado es un compost premium.
Tenemos toda esta materia que muchas
veces es quemada o sellada en ataúdes que podemos utilizar para
ayudar a que la vida continúe”, dijo Nora Menkin, directora de una
funeraria para personas sin recursos con sede en Seattle.
Desde Osmunda, nos gustaría que esta
iniciativa y regulación de leyes se dieran a no mucho tardar en
Europa también.
es necesario este sistema para ayudar a la Tierra
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